La palabra Yoga proviene del sancrito y significa Unión. Y ahí mismo esta su propósito: Unir.
El yoga puede convertirse en un estilo de vida, un camino para la liberación o realización del ser. Las clases de yoga con pranayamas, asanas y relajación, son un ejercicio de este estilo de vida. Un ancla al momento presente y a una toma de conciencia de dicho instante.
Cuando se está en una clase de Yoga, lo que se busca es centrar la atención en el aquí y ahora. Borrar la historia personal, pensar, sentir y actuar en presente. Se trata de que el alumno pueda conectar con su ser interior, desidentificándose de las limitaciones de su cuerpo y su mente. De manera de ir logrando la expansión del ser conciente.
Cada postura, (asana) va a mover un tipo de pensamiento y un tipo de emoción especifico. Ya sea una postura sencilla o una difícil. La intención de la práctica es reconocer ese pensamiento y esa emoción, de manera de volverlos consciente.
Las Asanas implican cierto estiramiento o contracción muscular, es decir una acción, una forma de pararse desde la cual mirar la vida, de ahí el despertar de los pensamientos y las emociones.
Si partimos de que somos energía, los pensamientos y las emociones también lo son, y cada uno de ellos conlleva un gasto de energía. Por ejemplo si yo estoy pensando que la asana no me va a salir porque es muy difícil y me canso de solo pensarlo, gran parte de mi energía la estoy depositando en ese pensamiento y ese sentir. Por lo cual me queda muy poca energía para poder hacer la postura. Ahora, si en cambio, yo acallo mi mente, que de solo pensar ya me canso, toda esa energía la puedo utilizar para hacer la postura.
Este es uno de los objetivos del Yoga, calmar la mente, acallarla, borrar esos pensamientos que suelen tornarse limitantes para la práctica y para uno mismo. Correlativamente esto genera la sensación de un aumento de energía, uno se siente más vital.
El cuerpo es un libro abierto de nosotros mismos, un puente hacia procesos personales más profundos. Abrir una articulación, estirarse o ejercer un movimiento determinado, depende primero del permiso que otorga la mente y luego de las posibilidades corporales. Lo primero que hay que superar en la práctica del Yoga es el límite mental que nos aleja de enfrentar la experiencia. Y luego, paso a paso, el cuerpo va a ir cediendo.
Hay que tener en cuenta que lo importante, en todo lo que hagamos, “no es hacerlo bien o perfecto, lo importante es hacerlo relajado. Tenemos que aprender a tener relajados todos los músculos que no participen del trabajo que estamos realizando.”
Así entendido, el yoga se vuelve un masaje que uno se da a si mismo, en donde puede haber dolor pero no tensión. Cuando hay tensión, hay malestar y la mente se activa cuasi estimulo reflejo. Es preferible en estos casos no exigir tanto la postura, relajar y poco a poco, con la práctica, el cuerpo va a ir cediendo.
La conquista del asana llega cuando cesa el esfuerzo y se asienta la estabilidad. La estabilidad trae consigo un estado de beatitud. Una asana mantenida en este estado ya no la realiza el cuerpo físico o fisiológico, sino el si mismo interior. En este estado el cuerpo ha sido conquistado, las dualidades desaparecen y se logra la unión del cuerpo, la mente y el alma.
Leticia Menéndez Ortiz
Profesora de Hatha Yoga (Yoga Alliance)
Lic. En Psicología (U.B.A.)